Quintos

Fiesta que se celebra el segundo y tercer fin de semana de marzo, esta fiesta se basa en la tradición de hacer un pila de madera en la plaza el segundo sábado de marzo para después quemarla, todo esto lo llevan a cabo los y las jóvenes de Mijares que debían «entrar en quinta». Después de la hoguera comienza el baile hasta que aguante el cuerpo. A la mañana siguiente de domingo se talla a los quintos en el Ayuntamiento y tras la misa todos los asistentes acuden a cada casa de los quintos invitados a tortillas, roquillas, limonada y vinos de la quinta…en fin una fiesta que no se debe uno perder.

El siguiente sábado l@s quintos hacen tortillas para comer y por la noche volvemos al último día de baile.

Quintos

TRADICIONAL FIESTA DE LOS QUINTOS

Como cada año, llegando el mes de marzo, Mijares respira fiesta. Y esta fiesta es muy tradicional aquí. A pesar de lo que significa (los “reclutas” que eran llamados a filas) es una costumbre que sigue y seguirá porque cada años los “mozos” esperan que llegue su día y celebrarlo, no solo con sus otros quintos, sino con sus familias y todo el personal que se acerque a Mijares, que todos son bien recibidos. Esos días ellos son los protagonistas.

 

Antes de celebrar  este ritual, las familias de los Quintos reciben de los vecinos y visitantes del pueblo huevos, azúcar y harina… para poder preparar las ricas rosquillas y tortillas con las que después invitaban a todos los que van a dar la “vuelta”. Desde varias semanas antes de llegar la fiesta, y como manda la tradición, las mujeres  se acercan a casa de cada Quinto con lo que quieran colaborar.  En cada casa se invita a tomar algo y a la vez te regalan alguna de esas rosquillas artesanales,  que ya previamente, han preparado. Así se comienza con esta tradición.

 

La fiesta se celebra el segundo y tercer fin de semana de marzo. El primer sábado por la mañana,  los Quint@s, ataviados con  sus monos, se acercan al monte, con el previo permiso del Consistorio de Mijares a recoger leña para la preparación de la HOGUERA, que es uno de los actos más significativos de esta fiesta. Ya por la tarde, sobre las 8, se prende la hoguera en la Plaza. Somos muchos, muchísimos (y cada año más) los que nos acercamos a ver como los Quintos prenden la inmensa hoguera y como entonan sus tradicionales cánticos alrededor de la misma. La verdad, es impresionante. Merece la pena que quien no lo haya visto algún año se acerque y verá que es cierto.

 

Esa misma noche, en la Nogalera, hay orquesta en una karpa para animar el ambiente y poder bailar un rato. En la madrugada, y aprovechando los rescoldos de la hoguera, se asan chuletas para reponer la larga noche y seguir con fuerzas para el  día que nos espera.

 

Al día siguiente, se pasa por el Ayuntamiento para ver que Quinto “vale” (si es apto o no). Siguiendo con la tradición se sigue tallando, pesando y midiendo el torso en inspiración y expiración. Al término de este ritual se celebra una solemne misa en honor de estos Quintos en compañía de las Quintas.

 

Ya terminada la misa, todos los asistentes vamos en romería recorriendo cada casa de los Quintos donde, como manda la tradición, nos invitan a tomar estupendas tortillas, aperitivos, rosquillas y degustar un buen vino de la tierra y refrescarnos con una limonada o agua de limón. Según se va de casa en casa, los Quintos del año, o los de otros años, agarrados como piñas, entonan las canciones que desde pequeños han ido aprendiendo:

 

  • En medio de la plaza estamos esperando a que nos llamen, para subir a la talla a ver el Quinto que vale.
  • En medio de la plaza hay gente y en ella vamos a entrar, el primero que acobarde, la vida le ha de costar.
  • En la sierra yo sembré a medias con un serrano, a la hora de recoger fanega y media de grano.
  • Arriba “Reconcanillo” y arriba la “Robleosa”, que cuando van a regar, cojones tiene la cosa.
  • A mí me gusta segar sino fueran por la hoz, el dolor de la rabadilla y lo que calienta el sol.
  • Vareando yo aceituna, de una oliva me caí, me dí en el hueso del culo, vaya hostia que me dí.
  • La quinta del 2010 rompen puertas y ventanas, y la quinta del 2011 se quedan para arreglarlas.
  • Tienes unos ojos niña que en ello me miro yo, no los cierres que me matas, no los cierres ábrelos.
  • Eché un limón a rodar y en tu puerta se paró, y hasta los limones saben que nos queremos tú y yo.
  • Tengo un hermano en el Tercio, otro tengo en Regulares, y el más pequeño de todos, preso en Alcalá de Henares.
  • Cuando me estaban tallando, el reloj las doce daba, debajo del madero, soldado me declaraban.
  • Mijares y Gavilanes tienen los pastos comunes, y yo los tengo contigo, sábado, domingo y lunes.
  • Allá va la despedida, la que echan los segadores, con el martillo en la mano y adiós ramito de flores.

 

Pasado este primer fin de semana los Quintos vuelven a la carga. El viernes siguiente, los Quintos vestidos con atavíos de mujer y un burro se pasean pidiendo por las casas. Les dan sobre todo huevos con los que las Quintas, tradicionalmente, preparan las tortillas para luego comérselas entre todos. También pasan por el colegio para ver a los niñ@s y entregarles caramelos, pasando con ellos un buen rato  y enseñándoles las canciones tradicionales.

 

El sábado por la noche, volvemos a tener música. La karpa instalada en la Nogalera no dejará de vibrar en toda la noche, y así todos contentos: los principales protagonistas de la fiesta, los Quint@s, los jóvenes y no tan jóvenes que nos gusta esta tradición  y todo el que quiere compartir con nosotros esta celebración, que como ya he dicho, y aunque en un principio fuera por el motivo de ir a la “mili”, se sigue celebrando y no se perderá, creo, nunca, porque los chavales desde pequeños sueñan que les llegue su día.